sábado, 31 de diciembre de 2011
jueves, 22 de diciembre de 2011
¡Gracias... muchas gracias!
Gracias a todos por acompañarme en éste año tan duro emocionalmente. Han sido un bálsamo con sus palabras de cariño y de aliento. Les deseo lo mejor de todo corazón.
Un abrazo fuerte y un cariño gigante desde mi Ciudad de Buenos Aires.
sábado, 15 de octubre de 2011
ni tu boca ni la mia
El abismo ha brotado en mi mirada.
Los astros extinguieron
sus párpados azules.
El amor se ha vuelvo, de repente,
pájaro sin vuelo
playa sin huellas
anhelo inmóvil
besos clausurados.
Las aguas de esmeralda
de la víspera
son, hoy, ciénaga y silencio.
La tarde ya no sabe de
cabalgatas hacia el poniente,
y la noche es una lengua
oscura naufragando
en la
Estigia.
No ha querido Caronte,
ni siquiera, cruzar su barca
hacia ésta orilla,
porque hemos salido tan rápido
que olvidamos las monedas.
Hoy han volado los cuervos
sobre el mar encrespado.
Inédito suceso que marca
la novedad y la mentira.
Puedo decir que nos queda
el licor del llanto
sobre la blancura de los Salmos.
El lobo ha pronunciado
su último aullido, como puñal
quebrado al alba.
Y
estamos temblando
hechizados de adiós
y de tristeza…
boqueando, fuera del río
del encanto, sin los labios,
sin las manos,
sin liturgias entre sábanas
ni gusto a labios frutados.
Ya, ni tu boca
ni la mía
sabe volver del destierro.
lunes, 19 de septiembre de 2011
llorarás
Oh
luz temporal, ambigua,
no
te pedí que entraras
a
mi vida. No te pedí,
tampoco,
que tu rostro
decline,
ahora, hacia el
duelo
de los ocres,
porque sí,
porque
te asustas.
Una
línea escrita,
ingenuamente,
trazó
la ruta del encuentro,
quizá
porque hacía
un
frío silencioso,
y
los recuerdos eran como un eco:
musgo
en la boca,
hiedra
en las manos.
Hoy
giras en torno
al
umbral de muchas voces;
lo
sé. Siempre lo supe.
Mas
jugué a ser dulce rehén
de
probables emboscadas.
El
valle de las nueces
y
el cansancio
dejó
de dar frutos comestibles.
Todo
llega. Todo pasa.
Y
hoy los dedos están hurgando
tus
lúgubres vasijas,
sólo
para entregar, cumplidas,
tus
mismas profecías.
Nunca
creíste, de verdad,
nunca
creíste
en
ese sueño recurrente,
pero
me nombraste y llegué,
mujer,
amor, puñal del alba,
trayendo
ráfagas e insomnio,
pupilas
de aire tras las puertas,
filo
del sol,
perfil
del viento…
E
igual mentiste, varón,
que
con sólo un desfiladero
de
palabras, pretendías, incitar
al
delirio los molinos.
Te
advierto, hombre fatuo,
que
el imán del viento sopló
ya
en mi oído,
y
con las lágrimas de ésta primavera,
te
supe mendaz y más ajeno.
Trenza profana de la muerte,
vano
timonel en barco fugitivo,
por
unas horas fuiste un dios
sin
entenderlo…
sábado, 27 de agosto de 2011
niña perdida
En soplo mortal, ésta noche,
los brujos y notarios
han exiliado al ángel de
ternura
y bebido en el vértigo del averno,
donde la luz se abisma
y se recogen seres del frío.
En éste amanecer que no
amanece,
con el invierno en la
sangre,
su oración enciende
la antorcha de los crímenes,
para que su boca gris
despoje a la niña vestida de
lujuria,
blasfemada la inocencia,
concediendo el espejo de
lápidas
para matar a pálidas
muñecas.
Han volado la arena de las
playas,
han pulido las piedras de tus
alas,
tu voz se ha poblado de
ausencias,
y esa tristeza lila que se
expande
cual anémica serpiente de la
noche,
como ramera que se niega
a las palabras
te bautizó, con un grito,
en el templo del silencio,
porque éste mundo no
entiende
de piedades
y alguien ha puesto precio
(tres monedas)
al puño dulce de tus besos
y al altar de tus sábanas
quebradas.
lunes, 18 de julio de 2011
tristesse
Mi
mano busca a ciegas la lámpara
que
alumbra y que consuela…
Sí, quisiera saber,
ahora, en ésta nube
de silencios,
qué será de mi alma,
en su momento.
Si se entregará de a poquito,
sin que sufra, en tranquila
aquiescencia;
o dará un salto repentino
a la cima celeste,
o rodará, sin escalas posibles,
hacia el barro del infierno.
Sí, quisiera saber
con ojos de turista
si podrá elegir hospedaje,
el que mejor la albergue,
sin apuro,
con ángeles
acompañando la primicia.
acompañando la primicia.
Si podrá elegir entre
las variables de un menú
sagrado y consagrado,
y ante un coro, ceñido al
repertorio que ella quiera,
encontrar un final armonioso:
en si bemol mayor,
sin fugas,
sin arpegios absurdos,
con franca resonancia
en acople de voces sopranos y tenores
para el último acorde.
Para acceder a ese saber
pudiera, tal vez, repartir estampitas
en los pasillos con humo
de incienso
o madrugar beatamente,
mirándole los ojos a algún dios,
por un instante, fijamente.
por un instante, fijamente.
Pero prefiero hacerlo,
escribiendo poemas como éste
que huele a jardín regado
por mamá
cuando atardece,
en un marzo, por ejemplo…
domingo, 5 de junio de 2011
con tu soledad
En
las hojas del viento
se
arrastra la alegría
de
las últimas ferias.
La
campana de pié
se
deja escuchar como nunca…
Ibas trémula
con repique soñador
llorando, desfalleciendo.
Murmurabas sílabas de fuego
entre suspiro y temblor.
Ibas como destinada,
a encontrar el relámpago
en ese crepúsculo frío,
inclinada hacia el oleaje,
como bruma, como ajena…
Tu, que traías un sol
nacido en otro universo.
Tu, que copulabas con ángeles.
Tu, que como jardín regado
en mayo, conocías
el caos sublime de
palabras y poemas,
ibas ahora sin pluma y sin aura,
madrugando, con los ojos
muy abiertos y sin escalas posibles.
Yo te vi,
ibas como destinada
hacia la crespa rompiente
hacia el sur de tu duelo
hacia tu más puro silencio:
inclinada
pequeña
lívida
presagiando
otros te intuyeron altiva,
serena
aparente
sublime
como sea, naufragaste
en la nostalgia y el designio.
Era la noche y tal vez
ese mar, como tu único dios,
en ese instante, no antes,
supo lo que es llorar.
(para Alfonsina)
miércoles, 18 de mayo de 2011
mirando al sur
Mis
palabras naufragaron
en la
puerta clausurada
de sus
ojos.
Entonces
los míos fueron
espejos
abiertos a la sal
del llanto.
Los
espacios se diluyeron,
y aspiré el
horror
de
nombrarlos en silencio.
La innúmera
arena
(tal decía
Borges)
fue la
imagen de una playa
irremediable.
Y partí,
a pesar de
todo
partí…
Atravesando
esa lluvia
de
jacarandá
bajo la
turbia mirada de
un sol, tan
alto en su piedad,
y tan
callado e invisible
en el
sollozo,
hasta
perder tu fulgor irreductible
en el
horizonte;
tu peregrina
lucidez,
tu
vacilación,
y ese adiós
tendido en la piel
como un
brujo oscuro.
No es
sencillo huir de ti
mi Buenos
Aires.
La
nostalgia anuda la garganta
de todos
tus herederos,
y un tango
se cuela entre las alas
dónde se
funda tu
incompresible
paraíso.
No es
sencillo huir de ti
mi Buenos
Aires,
ni de tu extravangante locura
que nos
envenena
y nos
enamora.
Dicen tus
dioses que eres
la dósis de
horror y de embrujo
que
necesita todo mortal
para
sentirse vivo.
A decir
verdad, no lo sé,
o acaso no
termino de creerlo.
Mas somos
dulces rehenes
del rubor
de tu arcoiris, cuando
el rocío,
que te torna tan
verde, se
vuelve monje de humo.
Pero por
sobre todo
eres las
formas del amor
arrinconado
más allá de
la rompiente azul
que
encierra todas las melancolías
de los que
te estamos destinados.
lunes, 25 de abril de 2011
como la luna
Es sensible
al aullido de los lobos,
y a los taxis,
su amor por
la noche,
inevitable,
y su
amistad con las estrellas,
eterna.
Quisiera
tener una heredera,
una
impostora,
una
discípula creada a su imagen
y
semejanza;
alguien que
guarde el desvelo
y dignifique
su esplendor.
Que sepa
tanto como ella
de
seducción y de soledad.
Que tenga
tanto de cisne
como la
erguida belleza de
sus claros.
Que pueda
narrar historias
sobre los
jardines del edén
y las
puertas del hades.
Que
continúe su estirpe
enamorando
a los torpes,
fértiles
para la sinrazón
del amor en
los poemas.
Y permitirle
dormir y soñar
con sueños
propios,
rodar sobre
las calles vacías,
desaparecer
en el río,
correr
libre por el cielo
como una
niña
(como la
que fue)
jugando con
las brujas,
y viajar
una y otra vez,
desnuda
volviendo a
ser el amuleto de agua
entre los pescadores,
los faros,
los artistas,
los besos
de los amantes,
y las
lluvias frías que calman
la sed del
verano.
Un saxo
tenor derrama
parte de
sus secretos en su paseo,
y ella ríe
sobre el Río de la Plata
hasta alborotarlo,
sabiendo
que volverá
a vestirse de seda
y quedarse
en las altas
torres del
silencio, porque
es lo que
está mandado.
Los hombres
le han cantado
desde hace
milenios.
Fueron
tantos. Si pudiera
recordar al
menos
en particular a uno,
a ese que
la dejó bajar por
una calle
de Buenos Aires
rodando…
Si pudiera
recordarlo,
y volver a bailar y bailar,
con el alma
tranquila
y dulce,
llena de una balada.
Bailar y
bailar emocionándose,
hasta caer
muerta sobre el púrpura
de los patios
incendiados
de pasión,
y volverse
loca, otra vez…
loca…loca…
©® Susana Inés
Nicolini
(Todos los derechos
reservados)
jueves, 14 de abril de 2011
ensalmo
Aun teníamos los espejos de abril
para incendiar las tardes del
otoño,
que esfumaba, lejano, el fondo
de alguna visión.
También teníamos el gusto intacto
en nuestras sonrisas
para saltar el cerco de las noches
sin luna e ir hacia ese otro mar:
el que lloraban tus ojos.
Y una risa sincera que podía
apagar el sonido de los grillos
y el canto de alguna cigarra.
Un navío de luces blancas,
que se perdía en el nudo de las playas;
y una guitarra que conocía el sabor
de las lágrimas
y las caricias de Málaga.
¡Es un río ebrio y una calle
lejana la de los sueños!
Al filo del sol, como balas, las notas
hirieron las cuerdas
con la primera verdad.
Fantasma y puñal fueron
la misma cosa…
Morí esa vez, y luego otras tantas
siendo cierta la voz de la incertidumbre.
Mas…
Miró, Goya, Lorca, Picasso o Paloma,
todo cupo en el haz del aliento.
¡Es un río ebrio y una calle
lejana la de los sueños!
Sin embargo hay pies, como los míos,
que saben
dónde están los brujos nocturnos;
hacer un pacto y volver
desde el vacío y la sed.
miércoles, 6 de abril de 2011
en el poema
A la espera de alguna maravilla
me he quedado.
Las ideas se han vuelto de repente
pájaro sin vuelo,
playa sin pisadas
eco de algún eco,
puerta clausurada.
El abismo ha brotado
en mi mirada
como pálida anémona.
Del humilde saco de
mis musas
los párpados cerrados de los astros
han extinguido las lenguas
del sol
y el agua de esmeralda.
El campo ya no cimbra
augustos girasoles,
ni los surcos de la tierra dan frutillas.
Los labios besados en
otro tiempo
se han convertido en líquenes
amargos.
Naufragan las palabras
en el mar de mi silencio.
El aura del artista
se ha recluido
confinada en el sueño de lo errante.
Las lágrimas dulces,
como licor de llanto,
cancelaron sus fórmulas alquímicas.
Es la hora de la inquietante espera,
la inspiración destinada a mi pluma
se ha detenido en los valles
del delirio y en etéreas raíces,
en rumores de lamentos;
en el hombre que mira su copa vacía
justo cuando la sed comienza.
¿Dónde estás?
Pregunta mi muerte y mi piedad,
cuándo mi corcel, que no sabe de riendas,
sale a buscarte en el filo del día,
con la barca de la noche precipitándose;
porque debo encontrarte,
más allá de bastas regiones tenebrosas,
en el mínimo roble o el indeleble acero,
en la palabra negra, en la palabra blanca,
o en el hontanar sombrío…
Como sea, debo encontrarte,
como sea…
Acaso, tan sólo estés en el poema.
martes, 29 de marzo de 2011
Teofanía
El agua en
nupcias con el cielo
arrastra su
velo azul grisado;
unas aves
negras, pequeñas,
solitarias,
emigran
hacia un horizonte
más
condescendiente.
Sobre la
playa una botella blanca
encierra la
bruma de algún cuento,
Un
recuerdo, una presencia ausente,
como la
muerte.
Entonces me
pregunto:
¿Quién
cortó el paisaje con
el hielo de
las nubes?
¿Quién
quebró su voz entre
las ramas
deshojadas?
¿Quién
calla el ruido del verano
como si
tratara de apagar al mar?
¿Y las
risas de los niños,
y el
susurro del agua,
y tus pies
pequeños mecidos
por el aire,
y tus ojos
tanteando el camino
de regreso?
Y ya
llueve…
Y entre el
blanco y el negro
se esfuma
ésta boda de silencio.
Ya no embriaga
el viento
como antes,
ni un
torrente de ecos dispersa
el vacío de
mis deshechos sueños.
Sobre el
lento papel de ésta carta
con el
arabesco de mi pluma
te estoy
diciendo adiós,
-y es causa
justa-
que mi alma
cansada de extrañarte
vacile,
peregrina, y se empeñe
en fugar
hacia nuevas
flores
amarillas.
martes, 22 de marzo de 2011
es marzo
Es marzo y hay humo en las veredas.
Más fuegos secan las hojas
tibias.
Las nubes doradas llevan tu nombre,
se me ocurre que van sin rumbo cierto.
Se escucha a lo lejos el silbido del tren
como un llamado del más allá.
El sol ha dejado de comprometerse
a iluminarnos siempre,
porque todo tiene un límite.
La tarde muerta cae sobre le patio
entre los fantasmas de las rejas.
Avanza la noche suave,
como una balada que acuna
el dolor del ciprés
y el aroma de la madreselva.
Aun queda un poco de la sangre
del estío que madura la vid
y el púrpura incendia la pasión
del horizonte.
Entonces es otoño…
Y sus secretos son reconocidos
por los solitarios,
los verdaderos desamparados;
esos seres que pasan inadvertidos
para casi todos,
y que, si fueran llamados
por su verdadero nombre
morirían a manos de su
esperanza marchita.
Mejor no nombrarlos.
Es tan simple el amor
y tan escueto…
En la desnudez de una noche
se quiebra su mandala,
y creemos haber descubierto
el secreto de todas las visiones,
y creemos poseer la alegría
de todas las lluvias.
Es tan simple y tan escueto…
mas en las calles vacías
queda flotando el último
vocablo dicho: una resaca,
una señal, un cadáver a plena luz,
un insomne, una cuerda,
un suicida,
un precipicio.
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