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miércoles, 17 de noviembre de 2010

oración

Con finos ungüentos
resguarda su tersura
la noche
por si tus pies, Yibril*,
quisieran
danzar conmigo
ésta última piedad
antes que me lapiden
los ciegos; los jueces
canallas de palabras
y trágicos de actos,
como si el secreto
de mis días
hubiera de revelárseles
consumiendo en el fuego
la última sombra de cordura.
Sin saber que arropada
en ésa áspera incertidumbre
está la muerte,
que no acierta a saber
si su voz ronca
en ésta hora
es  de regreso
o de despedida.






(* Arcángel mencionado en El Corán)

martes, 9 de noviembre de 2010

la hora

Es cierto
somos pobres
y estamos en vela
sin tener mucho
que hacer.
Es la hora exacta
en que se oye
a los que tienen dolor,
mientras los demás duermen,
o hacen que duermen
y que no oyen
a la vieja de al lado
que está sola
con las manos cruzadas
sobre la sábana ajada
con la bata subida
de tanto tironear la vida
que se le acaba de escapar.
Debe haber alguien en
la calle de niebla,
alguien que haya oído
la súplica, y el correr
de la sangre,
alguien que me diga
qué hago con éste torrente
en las manos,
con éstas cuchillas
perladas  y salvajes,
alguien
en la plaza caliente
en el pueblo injusto,
de la vieja
que sueña
para siempre
sola
mientras blasfemo.

martes, 2 de noviembre de 2010

transparencias



Acompaña a la tarde
una luz grisácea
fuera de tono,
como una bisagra
con la cual dobla la noche.
Hay una canción
que suena a la distancia
en el lugar del miedo,
donde se quiebra el espacio
que no llenó el amor.
Escucho resonar el agua
sobre mi lenguaje
acurrucado.
Tantos días he caminado
bajo la lluvia desconocida,
plena de formas
y visiones desoladas,
para reconocer la ofrenda,
para no sustentarme nunca
de nuevo en un hombre.
La gente recibe cosas:
obsequios,
presagios,
sueños, caricias…
A mi me han dado un silencio,
un puro errar,
una luna yerma,
y está tan lejos el muro
para suplicar
y tan cerca el saber que no hay.