Ella y el. Sin nombres, porque el nombre es lo primero que
duele.
Ella y el. Con las marcas del amor, porque es lo
primero que ríe.
Ella y el. Nombrados por la confusión. Tan juntos. Tan bellos.
Sus nombres se hicieron difíciles de pronunciar. Ella y el. Como era
difícil separar sus almas.
Ella y el. Hasta la historia se consternó al confundir sus
nombres.
Habían sido concebidos como dos partes del mismo hueso. Por
eso
sus nombres se confundían en las mentes
y se enredaban en las lenguas.
El dijeron ─ corrigieron Ella
Ella nombraron ─ corrigieron El
Anverso y reverso de una misma piel. Sus nombres se
perdieron
en el andar del tiempo.
Al recuerdo le costó desenredarlos.
También a los
sucesivos amaneceres en los que
se buscaron.
Si hasta su creador los confundía, una y otra vez,
en cada búsqueda. Vida
con vida. Tiempo con tiempo.
Eternamente.
Nacidos y nombrados para ser dos y uno.
Anverso y reverso de la misma noche en la que hicieron el
amor,
allá, dónde aun reinan los ángeles.
Sue_* ® 2015
(Foto: Vadim Stein)
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